Día cinco
...y mañana es viernes. Un viernes distinto, pero viernes. Te quiero lo mismo cada día de la semana (o más, a medida que pasan) pero los viernes, lo sabes bien, son otra cosa. Mañana por la noche te echaré de menos más que nunca. Este viernes no será igual sin ti.
(Pero escribirte aquí es reconfortante. Y eso haré).
¿Sabes esos días, meses, años que pasan en un suspiro? También hay semanas que se hacen eternas. Hoy, por fin, he podido salir de mi encierro y he vuelto a recorrer las calles. Esas calles que siempre me parecen tan indiferentes me son tan queridas últimamente. Porque están llenas de ti, de algún modo. Lo mismo que te ocurre a ti: todo te recuerda a mí porque estás lleno de mí; me hago enorme y lo ocupo todo, exactamente igual que tú. Sé que no va a ocurrir, pero a veces tengo la sensación de que doblaré una esquina, o echaré un vistazo en un bar, y te encontraré allí. Algunas veces hablo como si te hubieses ido para siempre y después sonrío. Vuelves. Y esa es la única certeza a la que me quiero aferrar ahora.
¿Todavía me quieres?
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