Día tres
No hay nada mejor que despertarse -tarde, porque ese es el privilegio de los que nos ponemos enfermos, tal vez por una excesiva tendencia a somatizar- y ver que hay dos mensajes tuyos -¡y qué mensajes!-.
Lo primero, no quiero que te duela nada y mucho menos los sentimientos. Estás de vacaciones "en un entorno paradisíaco", etc, que imagino que así es descrito por los folletos de viaje, así que nada de dolores. Te lo digo muy en serio. Quiero que vuelvas feliz, y moreno, y tan adorable como siempre. Y con un montón de historias para contarme. Es posible que ahora, y por un tiempo limitado, estemos lejos físicamente, geográficamente pero, paradójicamente, es este tipo de situaciones las que más acercan a dos personas. Por mi parte, y pasados los dos primeros días, que son los peores, supongo, estoy cada vez mejor -de ánimo-. Aquí hace sol, tengo cosas que hacer, escucho a Morrissey y tengo a mi disposición los suficientes recuerdos de ti, de los dos juntos, como para pasar varios meses -y sólo serán quince días-. Además de eso, no sé por qué, la ausencia me está ayudando a creer más en ti, a confiar más en ti y a tener menos vértigo, aun cuando las cosas -todavía- me parece que van rápido. Pero ya no me importa. Quiero decir que algunas veces sentí que si íbamos quemando tan rápido toda nuestra pólvora, pronto nos quedaríamos sin nada pero, pensándolo bien, tal vez tengamos recursos ilimitados a los que acudir siempre que queramos. Siempre. La fuente no tiene que agotarse necesariamente en unos pocos meses. ¿De dónde habré sacado esa estúpida idea?
Tengo ganas de decirte muchas cosas y no quiero dosificarme ni sentir vergüenza. Tal vez no sea la mejor idea del mundo hablar tan abiertamente de mis sentimientos en un blog público pero, ahora mismo, me siento en un estado de locura transitoria y me apetece hacer locuras. Decirte aquí que te amo es como gritar. Como aullar. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no aúllo? (Años). ¿Sabes cuánto tiempo hacía que no era tan feliz? (Ni lo recuerdo). Feliz, sí, sí, entiéndeme, he tenido mis momentos. Todo iba bien, incluso antes de conocerte, pero esta euforia... es como beberse un chupito de tequila de un trago, es como -¿me atreveré a decirlo?- los orgasmos que me haces sentir. Como dormirme y despertarme y ver que estás a mi lado, mirándome. Es algo perfecto, no le falta ni le sobra nada.
En otro orden de cosas, estoy releyendo un libro que siempre me ha encantado. Voy a hacerme con él para ti -no es una novela-, creo que es importante que lo leas, y creo que te gustará. No sabes cuánto me gusta que leas los libros que te recomiendo -aunque sean novelas-.
Ah, ¿y sabes qué? Cada vez me importa menos el porqué. De verdad. A mí me da por analizarlo todo siempre, ya lo sabes. Es un problema, como te dije en una de las cartas, pero también es una manera de tenerlo todo bajo control, al menos ilusoriamente. El control siempre ha sido demasiado importante para mí porque todo me asusta, casi cualquier situación puede provocarme ansiedad, y el control es un recurso para, al menos, bajar un poquito los niveles de estrés, pero estoy empezando a entender que el amor no es algo que pueda tenerse bajo control -y ahora mismo lo estoy demostrando, escribiendo aquí todo esto-. Yo podría decirte que me iba enamorando de ti cada día, sin siquiera haber cruzado una palabra contigo. Podría mencionarte miles de detalles que me encantaban, que me hacían buscarte todo el tiempo, y otros miles que he ido descubriendo después. Podría hacer una maldita lista si quisiera pero, ¿de qué serviría eso? Si al final tú tienes razón y el amor es algo que uno siente sin más. ¡Ni menos!
Dos días (¿dos?) sin poder comunicarnos. Mmmm. Ahora es cuando echo de menos esos poderes telepáticos que nunca tuve. Y aun así, ya no me parece tan duro. Te echo de menos pero cada día me siento mejor, más feliz, más contenta. Porque imagino lo bien que te lo estarás pasando y porque las cosas van cada vez mejor, puedo sentirlo. Puedo sentir claramente tu amor por mí (ah, bendita empatía) y no te haces una idea de cuánta fuerza me da, para todo y en todos los sentidos.
Seguimos en contacto (yo también te llevo en el corazón). Te quiero, amor.
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