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Querido Y Viejo Tigre Que Duerme:

sábado, 24 de marzo de 2007

Just before the war with the Eskimos

En el universo de Salinger, lo más normal y cotidiano que te puede suceder es entrar en una casa ajena, sentarte en el salón y que de repente aparezca en escena un tipo en pijama que se ha cortado un dedo hasta el hueso. Lo próximo que hará es contarte media vida, llamar snob a tu hermana y darte la mitad de su bocadillo de pollo, obligándote a comértelo.

Siempre he pensado que la gracia de este cuento, la gracia de muchos de los relatos de Salinger es que narran sucesos mínimos, aparentemente sin importancia, salpicados de otros tantos pequeños detalles intrascendentes. En realidad, cada día me convenzo más de que las anécdotas sin importancia aparente son las que permanecen en la memoria inalteradas durante años y años. Tengo en mi memoria una larga lista de experiencias a primera vista insignificantes que ilustran esta teoría mía. Además, encuentro terriblemente aburridas las grandes gestas, los libros en los que todo lo que ocurre está lleno de movimiento y de historias grandiosas, enormes, tanto como el ego de los protagonistas. En serio, dame a leer una historia sobre un chico que te cuenta que en la próxima imaginaria guerra contra los esquimales sólo serán admitidos los tipos de sesenta años, o sobre otro que afirma que ha visto “La bella y la bestia” de Cocteau ocho veces y yo ya soy feliz. No necesito nada más, no pido mucho más.

Nunca me he parado realmente a pensar por qué me gusta tanto esta historia (posiblemente mi favorita del libro). No creo que tenga mucho sentido pensarlo. Quizás no me importa en absoluto el porqué. Quizás es por mi fijación por los chicos en pijama, con gafas y barba de dos días, o a lo mejor porque yo tampoco sería capaz de tirar el bocadillo a la papelera y conozco bien la sensación. Me siento terriblemente culpable cuando tengo que tirar comida, aunque no tenga malditas ganas de comérmela.


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1 comentario:

Pedro Incio dijo...

En la España de la posguerra, cuando tirabas comida, sobre todo pan, se le daba un beso antes.
PI