Image Hosted by ImageShack.us




Querido Y Viejo Tigre Que Duerme:

jueves, 17 de abril de 2008

Una tarde para escondernos (relato ficticio) |Primera parte|

Una mañana, demasiado pronto, todavía duermo. Suena el móvil y yo no quiero revivir aún: lo dejo sonar, eternamente, para siempre. Para siempre no, sólo hasta que esté lista pero, aunque nunca lo estoy, nunca lo estaré, lanzo una mano desorientada hacia la mesilla, cojo el móvil, miro quién demonios puede estar llamando. *Número desconocido*. El último trozo del último sueño todavía parpadea, me llama, pidiendo atención. Sin embargo, contesto: Una voz conocida, desde un número desconocido.

"¿Por qué me llamas?", pienso. "¡Cuánto tiempo!", digo.

Una cita, o algo así. Quedar para un café, en su casa, como en los viejos tiempos -no tan viejos-. No habrá nadie...

"¿No habrá nadie?", pienso, llena de confusión. Pero no digo nada.

"Sí, sí", balbuceo finalmente. Cuelgo. Me doy la vuelta en la cama y me convenzo de que ha sido un sueño, sólo un sueño.

Recobro la consciencia dos horas más tarde. Recuerdo un sueño raro que he tenido. Él me llamaba, quería que nos viésemos en su casa a las cuatro de la tarde. Río. ¿Tanto le echo de menos que hasta sueño que me llama? (Una voz suena en mi cabeza y también ríe. Se ríe de mí).

Quedan un par de horas y estoy inquieta. No parece un sueño, pero no puede ser otra cosa. Imposible, absolutamente imposible que... ¡demonios! Si le llamo, ¿qué es lo peor que puede pasar? Ah, sí, hay algo que puede pasar, algo que no me gusta, pero me gusta aún menos la incertidumbre.

Quince minutos más tarde: he descubierto que no fue un sueño...

(Continuará...)

1 comentario:

Rain dijo...

La extrañeza que se siente...
Escuchar una voz que hace tiempo no se oía, tan lejos, tan cerca.

Así que sigue el relato. Espero