Pequeñas lagunas...
Últimamente sufro pérdidas de memoria a corto plazo. Y me preocupa. Mucho. No es que sean cosas demasiado importantes y tampoco es que las cosas que no puedo recordar en un momento hayan desaparecido para siempre, pues generalmente suelo recordarlas a los pocos minutos, con poco esfuerzo por mi parte. Pero es raro, por lo menos, ya que mi memoria siempre ha sido bastante buena, y tampoco soy demasiado distraída.
El caso es que mi memoria ha escogido un momento un poco raro para comenzar a fallar. Últimamente estoy bastante ocupada haciendo experimentos de observación -me preocupa la cantidad de cosas que se nos pasan por alto al día, y me he propuesto volverme una cazadora de detalles. En esta ocasión es cuando mi memoria debería estar más en forma, ya que el propósito de cazar detalles no es sólo el placer deportivo de hallarlos sino también, como es lógico, relacionarlos y estudiarlos para llegar a conclusiones, si ello es posible. Y para eso la memoria es fundamental. Por otro lado, y pensándolo bien, también es lógico pues estoy obligando a mi cerebro -o a mis sentidos, vamos- a realizar una tarea para la que no tiene demasiado entrenamiento previo. Y puede ser que en la medida en que me concentro en ejercitar una cosa me esté fallando la otra de la misma manera. Aunque, de todos modos, ¿no estoy ejercitando precisamente eso? No tengo ni idea. Qué lío, demonios...
Sólo espero que sea un inconveniente temporal. Me pone nerviosa la situación y temo terminar como el protagonista de Memento. No me gustan los tatuajes. O algo peor. Pero mejor no pienso en ello, abandonaré mi habitual costumbre de ponerme siempre en lo peor.
Seguiré con este tema de la memoria. De repente me parece fascinante.
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